Cada día me gustan más las bibliotecas que se reinventan e idean nuevos servicios para sus usuarios. Y me gustan más no solo porque me parezcan servicios útiles y altamente beneficiosos para la sociedad, sino porque me parece que el futuro de las bibliotecas pasa por eso precisamente: reinventarse y crear nuevos servicios complementarios que otorguen un valor añadido a la institución.
A pesar de que están de moda la creación de perfiles sociales, interactuar con usuarios a través de dichos perfiles, y desarrollar grandes estrategias de comunicación («ir a donde está el usuario»), empiezo a estar algo desencantado con este plan basado en hacernos más visibles ante el mundo. Una de estas propuestas es la que se viene realizando varios años en Twitter consistente en llegar a hacer Trending Topic a la #biblioteca. No digo que no tenga un fin justificado, ni que no venga bien ese puntito reivindicativo (de hecho, yo participo en el intento, que conste), pero creo mucho más en el papel fundamental que debe jugar la creatividad, el ingenio y la inventiva para transformar las bibliotecas en instituciones de masas a través de la creación de nuevos servicios.
El problema fundamental es que es posible que el nicho de mercado relacionado con el mundo del libro esté casi agotado, es decir, casi todos aquellos interesados en el estudio, la investigación, la lectura, la cultura, la literatura, etc., ya son usuarios de sus bibliotecas. Se trataría entonces de aproximarse a aquellos que todavía no lo son, allí es donde hay que dirigirse. Por eso creo que hacerse más visibles no solucionará el problema de las bibliotecas, pues los usuarios de los servicios habituales ya las utilizan, habría que acercarse a aquellos a los que no les llaman la atención a través de servicios alternativos para mostrar todo el potencial de la biblioteca (todo lo que la biblioteca puede hacer por él). Se debería pensar en crear más valor al trabajo que se realiza y ampliar los servicios que se prestan en los centros para atraer más usuarios, ya que se intuye un futuro en el que el préstamo de libros (principal función) aparece envuelta en una nebulosa cuanto menos de incertidumbre. Los nuevos servicios permitirán atraer a más usuarios a los servicios clásicos y además serán una posibilidad real de ampliación y diversificación de actividades.
Ya existen muchos centros que tienen multitud de servicios novedosos e interesantes (me acuerdo de la biblioteca de Burgos y sus paseos literarios, de los talleres de búsqueda de empleo de la red de Bibliotecas Municipales de Barcelona, por poner un par de ejemplos, pero existen muchos, cada vez más), que aportan un gran valor tanto a las bibliotecas como a la sociedad. Sin embargo, y a pesar de que se van difundiendo, sigue siendo necesario insistir en esta idea.
Se trata, por tanto, de pensar en nuevos servicios que prestar (sea con tecnología o sin ella), pero transformar y ampliar las fronteras hacia nuevos horizontes. Yo hablo de una transformación general, pero es una transformación de concepto, no de tecnología. Un buen ejemplo son los bibliolabs como el YOUmedia de Chicago, pero no son los únicos. Además, no todas las bibliotecas disponen de presupuestos capaces de asumir esas transformaciones tecnológicas, y sin embargo, todas son instituciones capaces de pensar en sus usuarios y de ofrecer nuevos servicios con un valor añadido, aunque no sea a través de la tecnología. Para incorporar o mantener servicios culturales, como es lógico, también serían necesarias inversiones, por lo que quizá también se deba innovar en nuevas fuentes de financiación (empresa privada, crowdfunding, fundraising, u otras fórmulas por explorar, quién sabe…).
Lo que es seguro, es que habrá que apostar por crear nuevos servicios que posicionen a la biblioteca en el lugar que merece en la sociedad, pero para ello las bibliotecas deberán hacerse necesarias para todos los públicos, tengan las necesidades formativas o de ocio que tengan.
A mi se me ocurren algunos, otros ya los tienen en marcha multitud de centros, y esa es la verdadera difusión que necesitan las unidades de información, la generalización de nuevos servicios: relacionados con la formación no reglada (MOOCs), con el apoyo a estudiantes a través de técnicas de estudio, con el asesoramiento en la organización de archivos o bibliotecas privadas, etc.; participando en asambleas de barrio, en grupos sociales diversos, siendo eco de la voz de la gente; siendo asesores en búsqueda de empleo, creando nuevos servicios que aporten valor en barrios/ciudades; enseñando a usar redes sociales, enseñando a crear y compartir contenidos, a ser selectivos con los mismos, formando en competencias con responsabilidad, pasar del “prestar libros” al “valorar/criticar/recomendar/seleccionar/opinar/contrastar contenidos”; creando clubs de lectura, clubs de cines, de música, de arte; dando clases de danza, de pintura, convirtiendo bibliotecas en centros de discusión y debate, de cultura; organizando catas de vino, clases de cocina creativa; siendo centros de reunión para talleres públicos de horticultura urbana. No digo que haya que llegar a realizar clases de Pole Dancing en bibliotecas (aunque algunas ya lo han probado, y tampoco es mala idea…), pero se debe abrir la mente y transformar las bibliotecas en algo más de lo que son ahora porque, amigos, si no se hace algo así, por muy visibles que sean y mucho Trending Topic que se consiga año tras año, serán poco a poco engullidas por la voracidad de la indiferencia.