Una reciente investigación de la doctora Abigail Williams, profesora de literatura inglesa de la Universidad de Oxford, ha revelado como en el siglo XVIII el acceso a la lectura se seguía haciendo a través de la lectura en voz alta y en grupo, dudando de las tesis que, hasta ahora, defendían el paso de la lectura oral a la lectura silenciosa en ese siglo debido a la revolución tecnológica en el plano de la impresión.
Este interesante estudio (The Social Life of Books: Reading Together in the Eighteenth-Century Home) habla de lo importante que fueron los libros y del papel que jugaron en el seno familiar, proporcionando el principal entretenimiento de la clase media.
La lectura oral no solo estaba muy extendida, sino que a medida que los libros se fueron haciendo más accesibles, la clase media fue aumentando su interés por este tipo de lectura en la que se compartían y se analizaban textos en público, y donde la puesta en común de contenido literario facilitaba la difusión de ideas y el intercambio de conocimiento.
Pero además de la lectura familiar como entretenimiento, fue una época de esplendor en la que se crearon clubs de lectura en los que se recitaban textos y fragmentos escogidos. De hecho, se difundieron ampliamente manuales sobre lectura en voz alta que enseñaban diversos métodos interpretativos para enfatizar las emociones durante las lecturas.
Un aspecto interesante del estudio señala cómo, a pesar de lo que se pueda pensar en relación con la lectura en pantalla actual, caracterizada por la preminencia de texto breve y por la distracción de la multitarea en la lectura a través de los dispositivos, en el siglo XVIII también eran habituales las lecturas parciales de textos escogidos, y rara vez se leía un texto completo de forma lineal.
La autora del estudio sostiene que la lectura de textos acompañando el trabajo diario era una práctica habitual. De hecho, ha sido una costumbre que se viene desarrollando desde la edad media, pues en muchas congregaciones religiosas la lectura de la Biblia mientras se almuerza o se llevan a cabo diversas tareas es algo muy común.
La llegada de la lectura silenciosa, sin duda, no sólo ha cambiado los hábitos de los lectores, transformando la lectura en un proceso íntimo y solitario, sino que también ha provocado la pérdida de este tipo de pasión por la lectura oral de la que solo quedan pequeñas reminiscencias en recitales poéticos o eventos literarios similares.
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